Pánico en la autopista
Hoy os voy a hablar de una de mis
películas favoritas de los 80. Un clasicazo que como no podía ser de otra
manera, cuenta con su propio remake y ha servido de fuente de inspiración para
algunas películas.
CARRETERA AL INFIERNO es un
título imprescindible para los amantes del buen thriller, del cine de suspense
y del terror psicológico. Todo comienza cuando un joven veinteañero que recorre
las carreteras de California para hacer entrega de un pedido decide subir a su
coche a un autoestopista para hacer más ameno su viaje. Sin embargo, este pobre
chico tiene la mala suerte de llevar de acompañante a un inteligentísimo
asesino que se ha propuesto amargarle la vida. Aunque consigue darle esquinazo
y deshacerse de él, para nuestro protagonista la pesadilla no ha hecho más que
empezar… ¡Y es que este cabronazo psicópata es un verdadero depredador que le
acosará sin tregua e incluso le culpará de sus propios crímenes!
Una de las cosas que más me
gustan de ésta peli es la sensación de impotencia que crea en el espectador. El
director consigue que te metas en la piel de Jim (muy bien interpretado por C.
Thomas Howell) y hace que empaticemos con él, que comprendamos su miedo, su
desesperación y su angustia. Esto es básico para la película ya que esa
atmósfera atrapante y la sensación de claustrofobia a pesar de estar rodada en
muchos espacios abiertos hace que el nivel de tensión y suspense sea de máxima
categoría. Y los desérticos paisajes californianos ayudan a crear esa sensación
de soledad y de estar atrapado en medio de la nada. Puede parecer absurdo pero
la escenografía de una película hace muchísimo. Y esta se desarrolla en esas
polvorientas y desoladas carreteras típicas de EE.UU. donde no hay más que
desierto y de vez en cuando aparece un restaurante con gasolinera o un motel
cutre.
La película nada entre dos aguas:
el thriller de acción y el cine de terror psicológico. No pertenece exactamente
a un género concreto sino que tiene ingredientes varios y bebe de distintas
fuentes; formando un extraño cóctel que realmente funciona muy bien en
pantalla. El director adapta los distintos géneros complementándolos muy bien
entre sí, lo que da lugar a una película realmente estupenda e hipnotizante:
hay bastantes persecuciones en coche cargadas de emoción, muchos tiroteos, hay
escenas inquietantes con muy buen suspense en las que te comes las uñas, hay giros y vueltas de tuerca en el guión
que cada vez enreversan más la trama y complican la vida del sufrido
protagonista… Además, todo está rodado con un ritmo muy bueno lo que hace que
la película funcione también como espectáculo de entretenimiento y resulte de
lo más distraída. Tiene un inicio que es toda una declaración de intenciones de
lo que veremos más adelante: te pega un hostión en toda la cara para que sepas
desde el primer momento quien es el cazador y quien es la presa. Y tras unos
diez o quince minutos que te tienen totalmente sobrecogido la historia da un
pequeño respiro y luego vuelve con más fuerza.
Acompañando al protagonista
tenemos a la guapa y siempre interesante Jennifer Jason Leigh, quien por
coincidencias de la vida se ve involucrada en la trama y se une al pobre héroe
de la función. Ambos hacen una buena pareja y se agradece la presencia femenina
de Jennifer entre tanta testosterona. Ella está bien, como siempre, y hacia el
final protagoniza una de las escenas más escalofriantes y angustiosas de la
película.
Pero quien se lleva todos los
méritos es el GRAN actor Rutger Hauer (icono de los 80 que ha trabajado en muy
buenas películas de esa década). Hauer interpreta al autoestopista, un tipo de
apariencia normal que es en realidad un auténtico tiburón blanco: es
tremendamente frío y calculador, MUY listo, muy peligroso y sanguinario, un
asesino implacable que disfruta atormentando a sus víctimas. Para mi el
autoestopista loco de esta película es uno de los mejores psicópatas del cine,
no sólo en el género de terror sino en términos generales. Me pone los pelos de
punta porque me parece creíble, es un asesino real, de esos que siempre saludan
con una sonrisa cuando te los cruzas en el ascensor pero luego son pirañas
sedientas de sangre. Y Rutger Hauer supo darle la versatilidad y el carisma
necesarios, grandísimo personaje que te hace temblar con su sola presencia.
No puedo aportar más sobre esta
película: sencillamente un thriller de suspense, acción y terror muy
disfrutable, una gran película de los 80 que creó escuela y un título
imprescindible para los amantes de este tipo de cine.
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